También llamado como codo de tenista, la patología se desarrolla a consecuencia de una sobrecarga que ejerce el grupo muscular de los extensores de la muñeca y de los dedos sobre una pequeña superficie (aproximadamente 0’5 cm) ósea (epicóndilo externo) que forma un punto común de origen. Las fuerzas que se desarrollan en los músculos crean una gran carga durante los movimientos repetitivos o los realizados en contra de una gran resistencia.
Sufren epicondilitis las personas que realizan las actividades diarias asociadas a los movimientos de supinación del antebrazo, o a una extensión de la muñeca inesperadamente fuerte. De las actividades típicas, a parte del juego de tenis, se puede mencionar abrir una puerta, verter una botella llena, apretar un tornillo, dar un apretón de manos, etc.
Por lo general, la instalación de la patología es progresiva y pocas veces se manifiesta con dolor instantáneo en el momento de la lesión. Posteriormente, el paciente siente dolor e incapacidad parcial al realizar los movimientos anteriormente mencionados. Esto se debe al tipo de patología.
Durante la lesión se produce un desgarro parcial y, en consecuencia, como reacción natural el proceso de reparación del tejido se forma una cicatriz. Esta cicatriz, cuando está irritada por un movimiento repetitivo, se inflama y produce dolor. Si es cierto que el dolor, se presenta por el trastorno funcional del grupo muscular mencionado, cabe la pregunta ¿de dónde viene este trastorno? ¿es tan sólo un problema local limitado a los músculos en cuestión o forma parte de un problema global del trastorno miofascial de, por ejemplo, la región cervical? Así, las actividades dirigidas a la lucha contra el dolor producido por la patología mencionada, así como también a la recuperación local de la función, deben ser los objetivos principales del tratamiento.
Sin embargo, es igualmente importante la recuperación global de la función del sistema miofascial. La epicondilitis como patología puede ser, en esta situación, solamente una representación referida de un problema global del sistema y, como siempre, en los tratamientos con aplicación de las técnicas de la terapia manual, hay que responder a la pregunta: ¿de dónde viene el dolor?
Y al encontrar la respuesta, continuar el tratamiento del síndrome miofascial hasta conseguir una total recuperación funcional.
2 Comentarios
Agradeceríía una cita.
Tendría que ser a partir de las tres.
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